La Humildad del Rey y la Luz de los Pueblos (Lucas 2)
El Nacimiento y la Profecía de Jesús en su Contexto Histórico
Introducción y Propósito de la Lección
Amados hermanos y estudiantes, es un gran honor continuar nuestro recorrido a través del maravilloso Evangelio según Lucas. En nuestro estudio anterior, exploramos el prólogo de Lucas y los anuncios milagrosos del nacimiento de Juan el Bautista y Jesús. Hoy, en el capítulo 2, la narrativa que Lucas ha construido meticulosamente alcanza su clímax. Esta porción de la Escritura no solo narra el nacimiento del Salvador, sino que lo ancla firmemente en la historia y en el plan divino de Dios.
El propósito de esta lección es triple:
- Contextualizar el nacimiento de Jesús en eventos históricos reales, demostrando la veracidad de la Palabra de Dios.
- Destacar la humildad y la universalidad del mensaje de Cristo, revelado a los marginados y profetizado para todos los pueblos.
- Reforzar nuestra fe al observar el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento a través de la obra del Espíritu Santo en la vida de Jesús y quienes lo reconocieron.
I. El Contexto Histórico: El Censo y el Nacimiento (Lucas 2:1-7)
Lucas, actuando como un historiador meticuloso, sitúa el nacimiento de Jesús dentro de eventos históricos concretos, lo cual subraya la veracidad de los hechos que narra.
La historia comienza con la promulgación de un edicto (decreto) por parte de Augusto César para que todo el mundo fuese empadronado (registrado). Este censo fue el primero realizado bajo el gobierno de Quirinius (Cirenio), gobernador de Siria (Lucas 2:1-2). El objetivo de este censo, motivado por la arrogancia y el deseo de control del gobernante, era cobrar impuestos.
La orden del censo obligó a todos a ir a su propia ciudad. Por esta razón, José subió de Galilea a Nazaret, a Judea, a la ciudad de David llamada Belén (Lucas 2:3-5). José y María eran descendientes de David, cumpliéndose así la profecía del Antiguo Testamento que afirmaba que el Señor de Israel saldría de Belén de Efrata (Miqueas 5:2).
Finalmente, allí se consuma el milagro: María dio a luz a su hijo primogénito. La humildad de nuestro Señor es una lección central, pues el Salvador del mundo nació en un parto normal y natural y fue envuelto en pañales y acostado en un pesebre (manger), «porque no había lugar disponible para ellos en el mesón» (Lucas 2:7). Su humildad se refleja en que, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que tomó forma de siervo (Filipenses 2:6-7).
II. Los Ángeles, los Pastores y las Buenas Nuevas (Lucas 2:8-20)
La narrativa se traslada a los pastores que estaban en la misma región, velando y cuidando sus rebaños (Lucas 2:8).
De repente, un ángel del Señor se les presentó, rodeado por la gloria de Dios, causando un gran temor. Pero el ángel les dijo: “No temáis, porque he aquí os doy buenas nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2:10-11). Esto es una clara muestra de la universalidad del Evangelio, algo que Lucas enfatiza constantemente. La palabra griega utilizada para «Señor» (Kyrios) es el mismo título usado para el soberbio Augusto César, pero la Escritura se lo aplica a Cristo, porque Él es el verdadero Señor.
Tras el mensaje, una multitud de la hueste celestial apareció, alabando a Dios y diciendo: «¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!» (Lucas 2:14).
La reacción de los pastores es un ejemplo de obediencia y fe activa: ellos fueron «apresuradamente» a Belén para confirmar el mensaje (Lucas 2:15-16). Después de ver al niño, «volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho» (Lucas 2:20).
III. El Espíritu Santo y las Profecías de Redención (Lucas 2:21-38)
El Evangelio de Lucas pone un fuerte énfasis en la obra del Espíritu Santo y el cumplimiento de la ley.
- La Circuncisión y la Presentación (Lucas 2:21-24). Al octavo día, Jesús fue circuncidado para cumplir la ley de Moisés y recibió el nombre de Jesús, el que el ángel había indicado (Lucas 2:21). Luego, cumpliendo la ley de purificación, sus padres lo llevaron a Jerusalén para presentarlo en el Templo (Lucas 2:22).
- Simeón, el Justo Profeta (Lucas 2:25-35). En el Templo, se encontraba Simeón, un hombre justo y piadoso sobre quien «el Espíritu Santo estaba sobre él» (Lucas 2:25). Él había recibido una revelación del Espíritu Santo de que no moriría antes de ver al ungido del Señor.
- «Movido por el Espíritu» (Lucas 2:27), fue al Templo y, al tomar al niño Jesús en sus brazos, bendijo a Dios con el cántico conocido como el Nunc dimittis. Simeón profetizó que Jesús era la «salvación» preparada por Dios, la «luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel» (Lucas 2:30-32). Esta afirmación de que el Evangelio es para judíos y gentiles es central para Lucas. Simeón también advirtió a María que este niño estaba puesto para «caída y levantamiento de muchos en Israel» y que una espada traspasaría su propia alma (Lucas 2:34-35).
- Ana, la Profetisa (Lucas 2:36-38). Inmediatamente, Lucas nos presenta a Ana, una profetisa de edad avanzada que «no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones» (Lucas 2:37). Ella también reconoció a Jesús y «hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén» (Lucas 2:38). Su mensaje era de consuelo, comunicando que la redención ya había llegado.
Conclusión
El capítulo 2 de Lucas es una declaración histórica y teológica que demuestra cómo el plan de Dios, articulado en el Antiguo Testamento, se cumplió al pie de la letra. La lección del nacimiento de Jesús está marcada por un profundo contraste: la soberbia de César que involuntariamente cumplió una profecía, frente a la humildad del Mesías nacido en un pesebre. El nacimiento del Salvador fue anunciado no a la élite, sino a los pastores marginados, enfatizando la universalidad del Evangelio. Finalmente, la poderosa intervención del Espíritu Santo a través de Simeón y Ana, subraya que Jesús es la Luz prometida tanto para Israel como para los gentiles. Toda la ley, toda la profecía, toda la historia, confluyen en el Templo en ese momento, apuntando a Cristo como el único camino a la redención. Este conocimiento debe fortalecer nuestra fe y confirmar la verdad histórica de nuestra salvación.
